
La cumbre del G7 dio un impulso crucial a una nueva medida fiscal que podría revolucionar la fiscalidad internacional.
La tasa mínima global del impuesto de sociedades es una medida que ha ganado protagonismo en el marco de las conversaciones fiscales. Esta medida impondría una tasa mínima a las empresas multinacionales, lo que desincentivaría la huida de esas empresas de un país a otro con impuestos más bajos. Este impuesto podría generar para los gobiernos mundiales la cantidad de $150 mil millones, de acuerdo con el informe de Bloomberg.
Para entrar en contexto, las empresas multinacionales se han aprovechado de las normas fiscales existentes para trasladar el dinero entre jurisdicciones con tasas súper bajas. El FMI estima que el 40% de toda la inversión extranjera directa es de naturaleza “fantasma”, lo que significa que es dinero que pasa a través huecos corporativos, a menudo con el fin de reducir la factura fiscal de una empresa.
Esta maniobra no beneficia a los países que quieren recaudar más impuestos de las grandes empresas. El gobierno de Biden calcula que un sistema de impuesto mínimo global supondría 500.000 millones de dólares de ingresos fiscales adicionales para Estados Unidos en la próxima década.
“En cierto modo”, dijo Saint-Amans, “es el final del trabajo de regulación de la globalización para una mayor justicia fiscal”. La cumbre del G7 representó un importante paso diplomático y político para las medidas fiscales, ya que los líderes acordaron una tasa mínima de al menos el 15% que deberá ser pagada por las compañías en cada país que operen.
Las grandes empresas tecnológicas y los gobiernos ya están apoyando la medida, alabando el paso histórico. Pero aún queda un largo camino por recorrer antes de que se promulgue. La medida se presentará al G20 y luego a la OCDE. Países como EE.UU. también tendrán que elaborar una legislación para promulgar oficialmente el impuesto una vez que se haya acordado, lo que puede resultar complicado.
La propuesta de cambios en la legislación fiscal de EE.UU. ya ha provocado un gran revuelo entre los partidos políticos. El presidente Joe Biden quiere aumentar la tasa del impuesto de sociedades del 21% al 28% para compensar el gasto en infraestructuras, una propuesta que ya ha suscitado la resistencia de los republicanos. Ese aumento es una línea roja para el GOP.
La parte difícil se encuentra en que los ministros del G7 tendrán que vender su plan a otros países, donde algunos como Irlanda ya han manifestado su rechazo a la propuesta. Pero, según la cifra citada, dejar atrás la propuesta del mínimo global también podría dejar atrás miles de millones de dólares en ingresos potenciales.