
La inflación está en su nivel más alto de los últimos 40 años. Los precios de las acciones se hunden. La Reserva Federal (Fed) vuelve a encarecer este miércoles los préstamos. Y la economía se ha contraído en los tres primeros meses de este año. ¿Corre Estados Unidos el riesgo de sufrir otra recesión, apenas dos años después de salir de la última?
La mayoría de los economistas no prevén por ahora una recesión en un futuro próximo. Pese a la presión inflacionista, los consumidores -el principal motor de la economía- siguen gastando a buen ritmo. Las empresas están invirtiendo en equipos y software, lo que refleja una perspectiva positiva. Y el mercado de trabajo sigue en auge, con fuertes datos de contratación, pocos despidos y muchos empresarios ansiosos por encontrar a más trabajadores.
“Nada en los datos de Estados Unidos sugiere actualmente que una recesión sea inminente”, explicó este martes en una nota Rubeela Farooqi, economista de High Frequency Economics. “El crecimiento del empleo sigue siendo fuerte y los hogares siguen gastando”, dijo.
Pero advirtió que “la economía se enfrenta a viento en contra”. Y aumentaron las señales que indican un riesgo de recesión:
- La alta inflación se ha mostrado mucho más arraigada y persistente de lo que muchos economistas -y la Fed- esperaban.
- Los precios de bienes y servicios al consumo subieron en mayo un 8.6% respecto al año anterior, el mayor salto anual en 12 meses desde 1981.
- La invasión rusa a Ucrania ha disparado los precios mundiales de los alimentos y la energía.
- Los bloqueos extremos en China por el COVID-19 empeoraron la escasez de suministros.
Los analistas afirman que la economía estadounidense, que ha prosperado durante años gracias al precio ultrabajo de los préstamos, podría no ser capaz de soportar el impacto de unas tasas mucho más altas de las que había hasta ahora.
El desempleo del país está en 3.6%, el nivel más bajo de casi los últimos 50 años, y el mercado laboral está inundado de un número casi récord de vacantes.
Pero incluso una economía con un mercado laboral saludable puede acabar sufriendo una recesión si los préstamos se encarecen y los consumidores y las empresas frenan el gasto.

Este mapa muestra los bancos que han incrementado las tasas de interés en lo que va de año. Fuente: Bloomberg.
¿Cómo debilita la economía la subida de tasas?
El aumento de las tasas de interés de los préstamos seguramente frenará el gasto en sectores en los que los consumidores suelen pedir préstamos. La vivienda es el ejemplo más visible.
La tasa media de las hipotecas fijas a 30 años superó el 5% en abril por primera vez en una década y se ha mantenido ahí desde entonces. Hace un año la media estaba por debajo del 3%.
En consecuencia las ventas de viviendas han caído, al igual que las solicitudes de hipotecas, una señal de que las ventas seguirán ralentizándose. Una tendencia similar podría darse en otros mercados, como el de los automóviles, electrodomésticos y muebles, por ejemplo.
¿Cómo se verá afectado el gasto?
Los costos de los préstamos para las empresas están subiendo, como se refleja en el aumento de los rendimientos de los bonos corporativos. En algún momento esas tasas más altas podrían debilitar la inversión empresarial. Si las empresas disminuyen la compra de nuevos equipos o en la ampliación de su capacidad, también empezarán a ralentizar la contratación.
El aumento de la cautela entre las empresas y los consumidores sobre el gasto libre podría frenar aún más la contratación o incluso provocar despidos. Si la economía perdiera puestos de trabajo y los ciudadanos se volvieran más temerosos, los consumidores reducirían aún más el gasto.