
La carne, después de la soya y el hierro, es el tercer producto de exportación de Brasil. Sin embargo, este sello de garantía está en riesgo desde el viernes cuando la Policía Federal reveló un esquema de adulteración de este producto -con sustancias químicas cancerígenas- en al menos 21 plantas productoras. La operación Carne Débil tenía el potencial de causar un daño significativo al mercado interno. Después de todo, ¿qué brasileño va a querer comprar -y consumir- carne adulterada? El problema se agrava más cuando se aplica la misma pregunta a los compradores internacionales. El lunes, Chile, China, Corea del Sur y la Unión Europea (UE) suspendieron temporalmente las importaciones de las compañías implicadas en el fraude.
El impacto de la carne adulterada en la economía doméstica puede ser “más grande de lo imaginado”, según expertos. Según estimaciones de LCA Consultores, en el peor de los casos -si todos los países suspenden las importaciones de carne brasileña- el impacto sobre el PIB puede ser de hasta 1 punto porcentual en 2017.
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